El Poder de Ser Auténtico

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Para ser un buen líder es importante ser auténtico.

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Ser auténtico. Mi propósito como Coach es “contribuir a mejorar la vida de las personas por medio de tecnologías de inteligencia y de acción para que sean seres humanos libres, poderosos, felices, amorosos y exitosos”, ayudar para que su existencia sea una existencia saludable o funcional, plena y genuina. Para apoyar a mis clientes a lograrlo, primero trabajo en lograrlo en mí mismo; primero yo, después lo aporto a los demás y finalmente, por reciprocidad, los demás me regresan lo que les aporto; es un ciclo natural.

Cuando hablo de existencia, más allá de un concepto filosófico, me refiero al acto de ser humanos y de estar en relación con determinadas circunstancias, bajo una historia específica, en un determinado contexto, un determinado sistema y bajo la mirada interpretativa de uno mismo y de los demás. Existir como ser humano y no como cualquier otro ser conlleva un sinfín de aspectos, lo que lo hace un tema complejo, interesante y, para mí, apasionante. Además, hoy en día hay un acuerdo generalizado de que vivimos en un mundo volátil, dinámico, incierto y ambiguo, lo que hace más desafiante ser un humano auténtico.

Ser humano implica hacernos preguntas existenciales: ¿Quién soy?, ¿Para qué estoy aquí?, ¿Hay verdaderamente un propósito para mí?, ¿Qué significa ser humano?, entre otras. Ser humano también implica buscar un sentido, buscar la felicidad, tener angustias, tener miedos, dudas, buscar la superación, tener aspiraciones, sueños, objetivos, problemas, salud, enfermedad, y un conjunto de temas en los cuales ocuparse. Todo lo anterior significa una cosa importante: ¡estamos vivos! y somos seres humanos experimentando una determinada existencia: existimos.

Ahora bien, ¿Cómo es tu existencia? y ¿Cómo esperas que sea?, ¿Es tu existencia genuinamente “tuya” o “de otros”? ¿La estás disfrutando al máximo? ¿Eres consciente de cómo es tu existencia?

En fin, ya estamos en este viaje, así que mejor hagamos de nuestra existencia algo que valga la pena, tengamos una existencia auténtica, genuinamente nuestra.

El riesgo de ser auténtico

Indudablemente, vivir implica riesgos, en cada elección de vida hay un riesgo, en cada etapa, en cada postura, en cada opinión, en cada emprendimiento, en cada proyecto, en cada relación o en cada acción. Existir implica riesgos porque implica decisiones, es un dilema, y la aceptación de dicho dilema es el centro de la existencia misma. Para ser auténtico hay que aceptar la inquietud y la incertidumbre y aprender a vivir con los dilemas ineludibles de la existencia. No se trata en absoluto de intentar simplemente “adaptarnos” mejor a nuestro medio social, ni de lograr “encajar” en cierta imagen socialmente aceptada o de “seguir” modas o tendencias, sino de profundizar en la comprensión de lo que significa existir, no como algo dado y finito, sino en continuo devenir. Se trata de reconocer y aceptar la dificultad y así́ descubrir nuestras verdaderas capacidades. Esto es necesario si se desea conseguir algo genuino.

Los atributos existenciales y su relación con ser auténtico

Para llevar una vida genuina, es necesario ser conscientes de algunos atributos existenciales relevantes, ya que de no hacerlo corremos el riesgo de desaprovechar nuestra existencia:

1) FINITUD:

Tenemos un tiempo, estamos vivos y vamos a morir. Como humanos somos seres finitos, y recordarlo nos pone de cara a la responsabilidad de lo que hacemos o no durante nuestra vida. En parte tenemos la libertad de elegir cómo queremos que sea este tiempo. Somos seres humanos frágiles y mortales, y estamos rodeados de peligros que nos recuerdan que de un momento a otro este viaje puede terminar.

Aceptar el atributo de la finitud de la existencia, es decir, tener la seguridad de que vamos a morir en algún punto temporal de nuestra vida y que no sabemos realmente cuándo podría suceder, nos lleva a realizarnos preguntas de gran trascendencia, si bien estás preguntas pueden sentirse comunes, muchas de ellas tienen más profundidad de lo que puede parecer, cuestionamientos como qué nos hace sentir vivos o si estamos aprovechando el tiempo realmente, si estamos viviendo una vida verdaderamente auténtica o buscamos seguir a la de los otros, etc., nos llevan a replantarnos nuestro estilo de vida y poder llevar una vida más genuina.

2) LIBERTAD

El hecho de la muerte nos confronta con otra realidad:

Teniendo la certeza de que moriremos y desconocemos el momento en el que pasará, debemos decidir el rumbo de nuestra existencia, elegir cómo vivir la vida de cada uno y, con base en mi experiencia de vida, no hay estructura externa que garantice encontrar dicho rumbo.

La libertad conlleva la responsabilidad de elegir. Ser libre implica el sometimiento a principios o leyes de las que no podemos escapar; ya que aún en la no-elección hay una elección, la de ceder la decisión a otro o al destino. “Es indudable que la libertad para elegir está limitada, como todo lo humano, por factores biológicos, socioculturales, económicos, políticos y psicológicos; no obstante, dentro de sus limitaciones, cada individuo debe elegir su rumbo” (Villanueva, 1988; pág. 27).

En ocasiones, consciente o inconscientemente, no quisiéramos tener la facultad de elegir, ya que nos enfrenta con el hecho de tener que realizar múltiples elecciones a lo largo de nuestra vida, elecciones como: a qué me quiero dedicar el resto de mi vida, o, es esta la pareja con quien quiero compartir mi fututo, etc.  Incluso, hay muchas más decisiones que quisiéramos que otros tomaran “por nosotros” o, en su defecto, quisiéramos el consejo de un manual titulado: “Qué hacer en situaciones difíciles”, o simplemente poder pasar sin decidir y hacer “como que la virgen nos habla”.

La libertad de elegir y sostener lo que somos conlleva disciplina y es parte fundamental de ser auténtico. No se puede ser auténtico sin ejercer de manera responsable una libertad genuina, lo que nos lleva al siguiente atributo.

3) RESPONSABILIDAD

Sí tengo que decidir, pues mi vida me pertenece, entonces tengo que responder a ella, soy responsable de lo que decida y de lo que deje en manos de otros o del destino. La responsabilidad es la habilidad para responder. Al reconocerme como responsable, me hago consciente de que estoy creando mi propio destino y, en algunos casos, mi sufrimiento. Reconozco como propios mi cuerpo, sentimientos, deseos, necesidades, impulsos y pensamientos, no es posible seguir culpando a los demás, ni a mi pasado, ni a mi subconsciente. “Responsabilidad significa simplemente el estar dispuesto a decir “yo soy yo” y también “yo soy lo que soy” (Perls, 1994; pág. 77).

La responsabilidad se presenta con el darse cuenta de la situación existencial y la consiguiente puesta en juego de la decisión de hacer algo diferente o continuar como hasta el momento.

Somos pues, plenamente responsables de si somos o no auténticos. ¿Qué vas a hacer con esto que ahora sabes?, ¿eres responsable o eres víctima?

4) SOLEDAD

Estamos esencial y elementalmente solos, aceptarlo es clave para ejercer tu libertad y ser auténtico. El ser humano es individual, nadie puede morir por mí, ni decidir por mí, ni tampoco ser responsable por mí; aquello que me hace ser único e irrepetible, que me hace ser un individuo, al mismo tiempo me aísla y me separa. Aunque aparentemente podamos coincidir en el significado de cierta experiencia o estímulo con otro(s), en el interior de cada uno la experiencia es única, privada, individual e irrepetible. Nunca nadie ha visto ni verá el mundo y la vida exactamente de la misma manera como yo la veo. El hecho que en todo el mundo no exista una persona exactamente igual a mí, me separa de los demás. En nuestra unicidad, estamos solos.

Cada historia como seres humanos es única; somos únicos… por lo tanto estamos solos. Pero esa soledad es parte de nuestra autenticidad, no es “mala”, es lo que nos da independencia.

Por otra parte, el reconocimiento de esta soledad existencial es un requisito indispensable para una plena experiencia de intimidad. Si no me reconozco solo y, por tanto, único e irrepetible, voy por la vida esperando que los otros reaccionen de forma similar a mi ante los mismos estímulos. Espero que rían por lo mismo que yo río, que lloren ante lo que a mí me hace llorar, que sientan ira y rabia ante lo que me encoleriza. Sin embargo, si la otra persona se siente triste ante lo que a mí me alegra o viceversa, lo más probable es que me moleste por su reacción y considere que uno de los dos “debe estar mal”.

De esta forma en lugar de relacionarme con “otros”, voy esperando relacionarme con extensiones de mí mismo, fotocopias de mi ser que, si no son fieles, las considero “defectuosas”.

La única posibilidad de relación auténtica se da si soy capaz de abrirme a las diferencias. Reconociendo que el otro es como tal, otro, y por tanto tiene su propia manera de ver y entender la vida, puedo relacionarme efectivamente con él o ella. Es entonces cuando puedo acercarme y compartir nuestras distintas formas de experimentar la realidad y, por consiguiente, estar disponible para una relación de intimidad.

Ser auténtico es tener la capacidad de estar sólo, de ser único.

5) PROPÓSITO

Una vez que somos conscientes de nuestra soledad, de nuestra finitud, de nuestra libertad y de la responsabilidad que tenemos, también nos toca encontrarle sentido a la existencia, asignárselo. Elegir un sentido para cada momento de nuestra existencia es también nuestra responsabilidad. “La existencia no tiene una meta. Es simplemente un viaje… La vida sucede y nosotros nos vemos lanzados a ella; no requiere ninguna razón ni justificación” (Bhagwan Shree Rajneesh citado por Yalom, 1984; pág. 561). El “sin-sentido” suele estar presente en una gran cantidad de personas y se puede ver reflejado en apatía, flojera, falta de motivación, cansancio, depresión, etcétera.

“El hombre, captándose a sí mismo, se da cuenta de su impotencia y las limitaciones de su existencia. Vislumbra su propio fin: la muerte… Está solo en tanto es una entidad única, no idéntica a nadie más y consciente de su yo como entidad separada… La vida del hombre no puede “ser vivida” repitiendo los patrones de su especie; él la debe vivir… Debe dar cuenta a sí mismo, de sí mismo y del significado de su existencia”. (Fromm, 1947; págs. 53-56).

Ser auténtico en la vida

Para desarrollar un ser auténtico es imperativo diseñar un sentido para nuestra vida, un propósito, un para qué que nos permita escribir nuestra propia historia. Existir nos pone de cara a esta elección.

Por otro lado, a lo largo de nuestra existencia vamos cambiando, aprendiendo y transformándonos. Nos vamos conociendo mejor y vamos develando nuestro verdadero ser, identificándonos con formas de expresión que sí son nuestras. Ser genuino implica descubrimiento y también cambio. Para esto se sugiere al menos superar tres “demonios”:

LOS INTROYECTOS. Son verdades, creencias, valores y demás formas de ver el mundo que no son nuestras, las cuales hemos aprendido y hemos “comprado” de alguien más. Están basados en la experiencia de otros, no en la propia, por lo que identificarlos, cuestionarlos y, en su caso, desplazarlos es de suma importancia para develar nuestro ser auténtico, ya que muchas veces los conservamos por la necesidad de afecto o de sentir que pertenecemos a algo que nos es importante. La trampa es que por no perder el amor de otros muchas veces nos perdemos a nosotros mismos. Ser auténtico puede implicar deshacernos de verdades que no nos pertenecen, para poder dar lugar a las nuestras. Puede ser muy cómodo no cuestionar las ideas y actuar en automático. Es difícil romper con la inercia y crear opiniones o ideas nuevas.

EXPERIENCIAS OBSOLETAS. Son actitudes, posturas existenciales, hábitos o conductas que nos fueron útiles en el pasado, pero que en la actualidad nos pueden estar limitando. Ser auténticos implica flexibilidad y evolución. Las circunstancias y ambiente cambian, y nuestra autenticidad permanece, no la rigidez. Ser auténtico no es sinónimo de rigidez.

ASUNTOS INCONCLUSOS. Tienen que ver con necesidades que se quedaron pendientes con alguien importante de nuestro pasado. Asuntos que no nos dejan liberarnos ni trascenderlos. Estos asuntos nos pueden generar culpa, vergüenza u otro sentimiento que nos impide expresar nuestro ser en el presente. Es nuestra responsabilidad afrontar y resolver dichos asuntos para no quedar anclados en el pasado.

A manera de conclusión puedo decir que existir es nuestra responsabilidad, una responsabilidad que nos llegó junto con la vida misma. Madurar es asumir dicha responsabilidad y hacer de ella algo único y excepcional.

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